Poesía en catalán: "Elixirs d'exili"


Poemario ELIXIRS D'EXILI (Berlín: Epubli, 2016)
de Ofelia Huamanchumo de la Cuba.
ISBN: 978-3-7418-7117-7
Título original en español: "Elixires de Exilio";
traducido al catalán por Jaume Villalba.
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Texto contratapa:
"Amb Elixirs d’exili de n’Ofelia Huamanchumo de la Cuba ens preguntem: existeixen aquests elixirs? Amb quins elements es preparen aquests revitalitzadors del desterrament? La lectura d’aquests poemes ens suggereix, en la veu replicaire i còmplice de Cupido, que hi ha un exili d’amor que és plaent si prenem els seus entremaliats beuratges. 
L’avantsala del llibre, un vers de La rueda del hambriento, és la súplica de César Vallejo trobant a faltar la seva llengua maternal i tanca interrogants que la poetessa, lluny del seu Perú natal, es planteja: què passa amb la llengua maternal, amb l’escriptura creadora? On se’n van les veus interiors que no rimen amb ‘l’altre’, que es podria anomenar cultura i diferència? Què es pot fer en aquest laberint babèlic on la llengua és literalment ‘una altra’ i de l’ ’altre’? Els poemes conspiren per a què la veu desterrada des del seu dolor inicial fins a la joia creadora parli l’idioma d’Eros, les fades i Cupido. No hi ha escapatòria: el jo poètic fiblat ha begut elixirs d’aigua, d’aire, de fang, de foc, en resum, els líquids ardent de l’amor. S’hi ha fos nous elements, s’han esvaït les barreres de l’idioma, el reverberant espai és ara el del cos enamorat i les seves delectances a la «foguera dels afectes».
La poesia de n’Ofelia Huamanchumo de la Cuba celebra una veu fresca que es nodreix d’altres vivències i ens crida -als exiliats- a no abandonar la nostra llengua primigènia, ni les seves olors i sabors propis perquè, com tanca el llibre, «Amor no tingué mai idioma».
Ana Varela Tafur
Berkeley, California 2016"


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[Fragmento:]

ELIXIRS PER A UN EXILI D'AMOR

Poetessa, tasta sense por aquests elixirs!
--m'insinuà Cupido aqueixa vegada.
I assedegada d'ambrosia
comencí a assaborir-los.

Salat trago és
la mar de l'exili
--em previngué Cupido de seguida.

I no l'escoltí.
En volguí encara més.

Sense adorna-me'n
arrossegada fui
a poc a poc
vers la teva estranya riba,
Estimat meu,
on esclaten aquestes inexorables
onades de llàgrimes
per la llengua maternal ofegada.

Forastera
varada a la vora d'aquesta illa
jec avui
afàsica poetessa exiliada.

No ploris pel què ja sabies
--em consola fins ara Cupido--
Amor no tingué mai idioma.

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AGENDA: Barcelona 'Imaginarios Desarmados'

ENCUENTRO INTERDISCIPLINAR 

SOBRE TERRITORIO, MEMORIA, IDENTIDAD Y EXILIO

15, 16, 17 y 18 de diciembre, 2016.
Casal de Joves Palau Alos
c/ Sant Pere Mes Baix 55
Barcelona.

Imagen: Detalle póster de la convocatoria para el evento IMAGINARIOS DESARMADOS.

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Lectura de ELIXIRES DE EXILIO en 
IMAGINARIOS DESARMADOS 
Encuentro Interdisciplinar sobre Territorio, Memoria, Identidad y Exilio
(Barcelona, diciembre 2016) 
Mesa: "Tejiendo palabras"

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Elixirs d'exili (2016) (Traducción al catalán, por Jaume Villalba)


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Los armadillos


La primera vez que vi la imagen de un armadillo y escuché sobre esos animalitos noctámbulos fue gracias a mi padre, quien en uno de sus viajes por el Alto Huallaga, esa singular región de la selva peruana, les había hecho una foto a dos niños andrajosos, pero felices, que llevaban entre ambos a una de esas criaturas en los brazos, y que, al parecer, mantenían en cautiverio, cual mascota.  Y a un armadillo de verdad lo vieron mis ojos en primicia en una feria de artesanías en Catacaos, un lugar alejadísimo de la Amazonía y más bien cerca al árido desierto norteño de Sechura en el Perú. Esa vez, al momento en que la feria levantaba sus tiendas por haberse hecho ya de noche, entre artículos de cuero de la región que se ofrecían en uno de los quioscos, noté la presencia de una extraña bestiezuela, que caminaba mimetizada y presurosa entre unas sandalias, con una soguilla atada al pescuezo. El exótico animal, para su desgracia, se encontraba también en condición de prisionero en poder de unos niños curiosos que con él jugaban. El animalito se mostraba hiperactivo y parecía querer olisquearlo todo. En aquella oportunidad mi curiosidad pudo más y pedí a los pequeños verdugos permitirme palpar el caparazón de aquel mamífero envuelto en tan extraña armadura y entonces pude oír también un ligero "pip, pip", que nunca supe si salió de su hocico o de su nariz.


               Pocos años después, en un viaje a la selvática zona del Pozuzo la camioneta en la que viajábamos un amigo y yo sufrió una avería en la carretera, por lo cual tuvimos que seguir el camino tirando dedo. Así, cuando logramos continuar el viaje en la parte trasera de un camión, de pronto el chofer frenó en seco, casi provocando que saliéramos disparados. Un armadillo se le había cruzado en la pista y por eso el conductor había parado y querido atraparlo, porque "eran muy pedidos", dijo.  Tiempo más tarde, conocí en las serranías de Huancayo a un músico que tenía una amplia colección de charangos y me contaba que entonces ya casi era imposible conseguir una de esas guitarrillas hechas con el caparazón de un armadillo, puesto que la policía forestal de las carreteras peruanas entre selva y sierra se había puesto muy estricta en el control de tráfico comercial de animales exóticos y productos derivados, hechos con pieles, huesos, colmillos, cachos, pellejos, plumas, caparazones, etc. Sin embargo, recuerdo haber visitado en esa misma época un expendio de comida dentro de un mercado limeño que, decorado a lo selvático, lucía toda una pared llena de caparazones, no solo de armadillos, sino de tortugas amazónicas, y hasta pieles de caimanes con todo y cabeza, y pellejos de boas. La verdad es que aquí en Alemania no he visto armadillos en ningún zoológico, sino a lo mucho en figuras heráldicas, esculpidas en alto relieve en escudos dentro de algún castillo antiguo, pues la imagen de estos pequeños mamíferos llegó a ser símbolo de la aparición del continente americano ya bien entrada la edad moderna. En estas páginas de mi Bestiario Personal tengo además anotado, y subrayado con rojo, haber estado segura de que el animal pintado en un cuadro renacentista de La última cena, que vi en un museo en Bamberg, no era un cuy, como en el Convento de San Francisco en Lima, sino un armadillo.

                   Por último, el año pasado, en una de mis visitas por tierras cacaoteras de la selva peruana, nos cogió un chaparrón en plena caminata de un caserío a otro al grupo de amigos que hacíamos la travesía. Al no tener dónde guarecernos, aceptamos el ofrecimiento de una lugareña que nos hizo una señal para que subiéramos a una terraza, que cual tambo estaba a unos metros adentro del camino, en medio de la floresta. La señora amamantaba a un bebé y acompañaba a otros tres muchachitos, que tenían de mascota a un armadillo. Después del par de minutos que duró el aguacero pregunté a los niños si conocían la leyenda de aquel animalito, y como dijeron que no, ofrecí contarla. E inventándome algo, les dije así: "Hace muchísimo, muchísimo tiempo el sol de la Amazonía se quedó dormido. Muchos animales al ver que la luz no salía y empezaban a sentir hambre, decidieron buscar su alimento del día en penumbras; pero varios de ellos murieron en el intento, porque al no distinguir los peligros de la selva se cayeron a un barranco o terminaron ahogados en un río.  Aquella vez, sin embargo, un valiente animalito se atrevió a arriesgarse armándose de valor: el armadillo. Y afinando su nariz, porque con los ojos no veía nada, salió y encontró una nuez gigante, de cáscara dura, que olía riquísimo. Mientras trataba de abrirla sin éxito, pasó por ahí un tapir. Así que el armadillo le pidió ayuda, a lo cual el tapir accedió. Entre los dos trataban inútilmente de abrir la nuez, cuando en eso pasó por ahí un tamanduá. Entusiasmado por el fino aroma que exhalaba la nuez quiso también ayudarlos. Entre los tres luchaban por abrirla, cuando en eso pasó por ahí un caimán, que se sumó a la tarea. Poco después se detuvo un otorongo, pero entre todos tampoco podían abrirla. Fue así como, con la bulla que hacían los animales en su intento, despertaron al perezoso, quien muy lerdo les habló desde lo alto de un árbol: ---Les diré el secreto de cómo abrirla, si prometen traerme una todas las noches. Así no tendré que salir a buscarla y me quedará más tiempo para dormir---. Sin pensarlo dos veces, los animales hicieron la promesa y el perezoso pidió que le alcanzaran la nuez. El más valiente de todos, el armadillo, se la echó al hombro y subiéndose al árbol se la dio. Luego el perezoso desde arriba la aventó y la nuez se partió al chocar con la tierra. Una aromática pulpa blanca que envolvía unas almendras de cacao salió de adentro y la disfrutaron todos. A partir de entonces, a pesar de que el sol de la Amazonía volvió a brillar con fuerza, estos animales prefirieron quedarse noctámbulos. Y hasta ahora solo salen de noche, a visitar al perezoso y a comer cacao. Y todo gracias al valiente armadillo". El silencio sepulcral con que los niños habían escuchado la historia se interrumpió con la acotación de uno de ellos: "El tamanduá no come cacao, señorita". Como un golpe pensé que eso me pasaba por llevar lechuzas a Atenas. "Las ardillas se comen el cacao", dijo el otro. "Por aquí todito el cacao se lo comen las ardillas. Te olvidaste de la ardilla, señorita", sentenció. "Es que es una historia inventada", me excusé, poniendo cara de quien ruega piedad: "La conté así, porque quería que ustedes dejaran libre al armadillo..., ¡pobrecito!, dentro de poco, en la noche, seguro querrá ir a ver al perezoso...".  El más grande de todos dijo muy tranquilo con su acento charapa, encogiéndose de hombros: "Lo podemos soltar". Y así lo hicieron. Entonces cuando vi que el armadillo se escabullía por entre los arbustos humedecidos respiré aliviada, y feliz de notar tanta nobleza en el corazón de aquellos niños.

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También publicado en BESTIARIO PERSONAL (Berlín: Epubli, 2017; 108 págs) [booktrailer]

OBRAS COMPLETAS del Inca Garcilaso de Vega en la LMU

En significativa ceremonia se hizo entrega de los tres tomos de las Obras Completas del Inca Garcilaso de la Vega (Ed. y notas de Carlos Araníbar. Lima: 2015) a la Biblioteca del Instituto de Filología Románica de la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich.  Se trata de una edición publicada bajo el auspicio del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, dentro del marco de las celebraciones por los 400 años del fallecimiento del renombrado escritor mestizo (Colección "Bicentenario") del presente año.
              La ceremonia contó con la participación del Cónsul General del Perú en Múnich, Miguel Guzmán Guzmán, y del Prof. Michael Rössner, quien ofreció una interesante conferencia sobre los diferentes niveles de traducción cultural en la obra del Inca Garcilaso ("Die unterschiedlichen Ebenen kultureller Übersetzung im Werk des Inca Garcilaso").

               Los libros ya están disponibles en la Uni-Bibliothek (Romanistik) bajo el código: 
1306/IQ 52104 2015 / 1, /2,  /3.


IMAGEN Escudo del linaje paterno y materno del Inca Garcilaso, diseñado por él mismo, publicado en la primera parte de los Comentarios Reales [1609] y reproducido en la pasta de los tres tomos de esta edición especial.

Martin Schrettinger, fundador de la Bibliotecología moderna

















La Biblioteca del Estado de Baviera (Bayerische Staatsbibliothek) acaba de anunciar una gran noticia. La imagen de Martin Schrettinger ha salido a la luz.
         El fundador de la bibliotecología moderna fue un párroco bávaro que desde 1819  se dedicó a ordenar durante casi cuatro décadas la entonces Biblioteca Real de Múnich en orden alfabético y por palabras clave en un catálogo  ---llamado luego con su nombre "Schrettinger-Katalog"--- que aún hoy está en uso. Un retrato de su persona, hasta ahora desconocido, fue obsequiado a la Biblioteca del Estado de Baviera de manos de un particular, quien lo había mantenido en custodia privada. Con el apoyo de la Asociación de Promoción de dicha institución se pudo realizar así la restauración respectiva. La pintura al óleo muestra al bibliotecario con un Manual de Bibliotecología y adorna desde hace unos días la entrada a la Sala de Lectura de Manuscritos e Impresiones Antiguas. 
            El cuadro en versión digitalizada puede verse en el Archivo de Imágenes de la mencionada biblioteca (ver aquí), donde también ya se encontraba disponible dentro de la Colección Digital desde enero de este año el Catálogo Schrettinger. Se trata de uno de los catálogos antiguos más grandes del mundo, con más de 84000 títulos anotados en su versión original a mano en 17000 folios, que estuvieron resguardados en 151 cajones hasta su reciente escaneo y digitalización. Se puede visitar aquí: Catálogo Schrettinger.

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Imagen: Fachada actual de la Biblioteca del Estado de Baviera, en Múnich.

Las carachamas, los bocachicos y otros peces mágicos


Prensa peruana (2017)
"Por la boca muere el pez", rezaba el titular de un periódico limeño hace años, cuando yo vivía allá, en mi ciudad natal. Aquella noticia, a la que la prensa amarilla había reservado ese espacio singular de la primera plana, iba sobre un sonado caso judicial que se había convertido en todo un psicosocial de moda en torno a un empresario acusado por sospecha de narcotráfico. Las malas lenguas de toda la prensa barata coincidían en que se trataba de uno de esos a los que llaman pez gordo. Y es que había sucedido con el magnate lo que con cualquier pez frente a una apetecible carnada: había mordido el anzuelo de sucesivos e intrincados interrogatorios, llenos de enmarañadas preguntas que lo habían hecho entrar en contradicciones para terminar 'vendiéndose' con sus propias declaraciones.
Pese al acertado refrán, digno de la más vieja sabiduría popular, hay que decir que no todos los peces caen por la boca. Sobre la forma más exótica de dejarse pescar me enteré por uno de los episodios del Viaje a la región equinoccial del Nuevo Continente de Alexander von Humboldt, en el que su autor describía cómo unos habitantes de esas zonas sabían de unas plantas que surtían el efecto de un sedante. Estos nativos echaban las plantas narcóticas al agua, en la parte donde abundaban ciertos peces, y después de unos segundos lo aseguraba tan asombrado el científico en su crónica salían a flote hacia la superficie de la laguna los peces adormecidos. Y así, soñolientos, eran recolectados a mano por los nativos, luego de lo cual y transcurridos algún par de minutos, los peces salían de su letargo y empezaban a removerse en las vasijas, aunque ya 'pescados'.  Precisamente ese pasaje del libro del renombrado viajero ya lo tenía yo citado en mi Bestiario Personal, pero en un capítulo sobre Camarones y Langostinos, donde cuento cómo había visto en mi niñez a unos niños en un río en Pisco cazar con sus propias manos los camarones, con tanta paciencia, velocidad y destreza que me hacían verosímil el episodio de von Humboldt, a diferencia de algunos colegas incrédulos con los que llegué a discutir aquel episodio casi mágico-realista descrito por el estudioso alemán.
En una de mis últimas visitas a la selva peruana observé otro hecho peculiar, que no solo me convenció de que los peces podían no morir por la boca, ni con narcóticos, sino que simplemente podían no morir, como las gallinas cuando se les corta la cabeza. Resultó que los habitantes de un paraje amazónico al pie de una pequeña laguna pucallpina accedieron a mostrarme su técnica pesquera, cuando les pregunté por las razones por las que unos peces de extraordinaria apariencia estaban nadando en una tina de casi un metro de diámetro que ellos ahí tenían. Me describieron que solían echar una red en medio del agua lacustre hacia el atardecer, para que durante la noche quedaran atrapados en ella algunos peces. A la mañana siguiente los recogían vivos de la red, desenredándolos con cuidado, y los echaban en esa tina grande con agua de la misma laguna para que se mantuvieran frescos hasta el momento de ser cocinados. Esos peces con apariencia de pequeños monstruos submarinos prehistóricos se llamaban carachamas, me dijeron. Mientras me explicaban todo esto uno de ellos había empezado a limpiarlas, es decir, a sacarles a las carachamas los órganos internos, a una por una, volviéndolas a tirar al agua. Y fue entonces cuando vi cómo aquellos peces, ya vacíos por dentro, seguían nadando como si nada por largos minutos, para mi asombro, sin morir enseguida.
Lo cierto es que la naturaleza es sabia, pues permite que el ser humano domine a algunas especies animales y deja que ciertas especies rijan la vida de los cohabitantes humanos de su entorno. Así pasa con un pez de la hidrografía colombiana muy peculiar: el bocachico. La popular cumbia canta: "El bocachico es astuto, como quien sabe escribir. Él sabe el día que llega y cuándo debe partir", porque es así. El sabio bocachico se sabe de memoria el ciclo de su vida y lo cumple a cabalidad, y las personas que de él dependen rigen su rutina anual, y hasta vital, según los movimientos de ese pequeño nadador con branquias: "eso lo haremos para la Subienda", "bautizaremos al niño con La Candelaria", "nos casaremos en febrero", etc.
No todos los peces infunden, no obstante, buena onda y optimismo para planear las vidas de los humanos con quienes comparten su hábitat. En Japón existe la creencia de que cada vez que cierto pez se remueve en las profundidades de la tierra, provoca los terremotos: el namazu. Los japoneses, por intentar voltear la tortilla, han convertido al namazu con los siglos en pez protector de su realidad, pues si ha de remover las cosas con un sacudón telúrico de grandes magnitudes, deberá ser para bien.  De ahí que muchos adoren a ese pez mitológico en estampas mágicas colgadas en el hogar, atribuyéndole casi el estatus de dios rectificador del mundo.
Magia es lo que desbordan estos peces y, al contrario de lo que mucha gente supersticiosa piensa sobre la mala suerte que traen los dibujos de peces en casa, yo tengo encima de mi bañera un cuadro en alto relieve con un pez gigante. Mirándolo mientras me remojo en el agua hasta el cuello, me cargo de energía y me alegro de que existan los bocachicos, las carachamas, los paiches, las pirañas, los dorados amazónicos, las doncellas, etc.

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Artículo publicado en:


También publicado en BESTIARIO PERSONAL (Berlín: Epubli, 2017; 108 págs) [booktrailer]








La novela peruana y la violencia política de los 80'


Prólogo a La novela peruana y la violencia política de los 80'
[Fragmento]

Cuando en el discurso de las diferentes disciplinas humanas se piensa para el caso del Perú en la violencia de los ochenta, solemos ubicarnos en un contexto histórico del siglo pasado de nuestra sociedad peruana, que fue marcado por un nefasto mal que dio en llamarse con distintos términos lo que acaso creara además acaloradas discusiones en los más diversos estudios: guerra interna, guerra popular, conflicto armado, terrorismo. Lo cierto es que dichos fenómenos estuvieron caracterizados por una marcada presencia de violencia en varios sentidos: criminal, social, estructural, ideológica y política, que cual círculo vicioso parecían ser causa y consecuencia de dicho generalizado mal social. Las investigaciones y la crítica que han tratado la violencia de los ochenta, presente en la literatura peruana inspirada en las vivencias de dicha época, han apuntado sobre todo a revisarla como elemento temático de las historias. Frente a ello, la propuesta, en cambio, renovada que el presente libro La novela peruana y la violencia de los 80' muestra, apunta a dilucidar, además de ello, el efecto estructural que deviene de la presentación de la misma en la trama de las historias, así como las diferentes funciones que cumple a nivel narratológico.
             Este libro es, pues, un lúcido y minucioso estudio de los elementos que conforman la arquitectura literaria de las obra escogidas. Se trata de un conjunto de novelas representativas, en las que el tema de la violencia no aparece de manera tangencial, ni como mero trasfondo temático, sino que constituye eje central de la configuración de los personajes y del acontecer narrativo.
     [...]
           Como se ha visto, la presente publicación promete llenar algunos vacíos que la crítica literaria haya podido dejar en el estudio de las novelas aquí seleccionadas  [Lituma en los Andes, Rosa Cuchillo, Abril Rojo, La hora azul, Hienas en la niebla, El rincón de los muertos, Adiós Ayacucho, La barca), y espera también ser punto de partida para nuevas revisiones. Pero sobre todo, el presente estudio espera asentar el camino para nuevas lecturas de las obras literarias escogidas, que comparten en común la búsqueda de una explicación a la violencia ochentista y, con ello, la esperanza de vislumbrar un camino de paz para la todavía convulsionada realidad social peruana.


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LA NOVELA PERUANA Y LA VIOLENCIA POLÍTICA DE LOS 80'. Eduardo Huarag Álvarez.
ISBN-13: 9781533616944  (2016)
Presentación de Salomón Lerner Febres (Rector emérito PUCP).
Edición: Eduardo González Viaña.
Axiara Editions y Academia Norteamericana de la Lengua Española.

AGENDA: Jena - "Vivir en otra lengua - Escritoras latinoamericanas"

El Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana (IILI) con sede en Pittsburgh (EEUU) celebrará su XLI Congreso Internacional: LA LITERATURA LATINOAMERICANA - ESCRITURA LOCALES EN CONTEXTOS GLOBALES en la ciudad de Jena (Alemania) del 19 al 22 de julio, 2016.


(Fuente imagen: http://www.iili2016-jena.de/programa.html)

Sección eventos culturales:

"VIVIR EN OTRA LENGUA"
Escritoras latinoamericanas residentes en Alemania
   Ester Andradi (Argentina)
   Ofelia Huamanchumo de la Cuba (Perú)
   Isabel Liphtay (Chile)
   Sonia Solarte (Colombia)
   Elsye Suquilanda (Ecuador)


[Texto del Broschure:]
"Cinco escritoras latinoamericanas residentes en Alemania. Migrantes, viajeras, exiliadas.  Nómadas. Originarias de diferentes países, distintas generaciones, diversas ciudades de residencia.
Narradoras, poetas, artistas. Escriben en su lengua materna, el español.
En la vida cotiiana comparten la lengua del país de acogida, el alemán.
Mantienen relaciones estrechas con las literaturas en ese idioma, y su mirada se nutre también de la convivencia en el mundo alemán. Vivir en otra lengua es la experiencia de la literatura moderna. El desafío de traducir y traducirse en confluencias, desencuentros y canjes con la lengua local. La aventura de una lengua en tránsito, viajera, intrusa. Siempre fronteriza.
Una presentación para disfrutar la vitalidad de esta escritura en el cruce de mundos y culturas."

Miércoles, 20 de julio. 18:30 hrs.
Haus auf der Mauer, Großer Saal.
Friedrich-Schiller-Universität Jena



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Jena 2016 bei Nacht

La fauna con púas


El filosofo alemán Arthur Schopenhauer, temprano defensor de los derechos de los animales, dedicó una de sus famosas parábolas a los puerco espines.  En ella quiso mostrar cómo se practicaban las relaciones sociales entre esos animalitos espinados que, en el fondo, parecían ser el modelo a seguir en las relaciones humanas.  El minucioso pensador describió cómo en un fuerte invierno los miembros de una sociedad de puerco espines se arrejuntaban con mucho afán para protegerse mutuamente de un inminente enfriamiento; sin embargo, apenas cada quien empezaba a sentir las púas del otro, empezaban todos a separarse de nuevo un poco. Y así, repetidas veces, los puerco espines iban arrejuntándose y separándose hasta encontrar el punto medio en que el calor del vecino les calentara sin dañarse con las púas ajenas. Para Schopenhauer esa distancia promedio para mantener saludables las relaciones entre aquellos animales tenía su paralelo en nuestra sociedad: la cortesía y los buenos modales.
          De esta parábola me acordé un verano, cuando visitaba una zona protegida en las playas de Paracas, hacia la costa sur peruana. Y es que sucedió que íbamos un grupo de visitantes en un bus bordeando tan bellas costas con un inconmensurable horizonte marino y mirando el hermoso paisaje conjunto de arena, mar y sol, cuando el guía propuso hacer una pausa en un paraje dispuesto por el Ministerio de Cultura para ello, donde había además un restaurante. Nos advirtió a los visitantes que se trataba de una zona en la que no estaba permitido la entrada de bañistas al apacible mar.  Al primer descuido del guía hubo un muchacho que se atrevió a desobedecer la regla y, quitándose a toda velocidad la camiseta y las chancletas, se zambulló en las orillas. Cuando salía sonriente de su fresca hazaña, saciada su descortés curiosidad en las aguas de uno de los océanos más bellos que se pueda conocer, lanzó de pronto un grito de dolor. En ese instante se vio a la altura de su pie izquierdo cómo las aguas transparentes de la playa se tornaban purpúreas. Había pisado un erizo de mar. Y entonces sanseacabó el paseo para todos los que íbamos en el bus de visitantes, puesto que hubo que esperar casi una hora a la llegada hasta ahí de una ambulancia, para que el iluso joven no se desangrara por la planta del pie. Y tuvimos que esperar también otra hora más a que terminaran de operarlo. Fue en el instante ---cuando me asomé por la ventana de la ambulancia y vi cómo le quitaban una por una las espinas de unos 5 cms. que un erizo marino había perdido para siempre en un pie extraño a sus aguas--- que pensé que a la parábola del filósofo alemán se le podría sumar la pregunta por cuál sería la distancia apropiada para que convivieran de la mejor manera posible en este mundo animales y seres humanos: ¿el respeto por el hábitat?

Muchos años después, en unas vacaciones en la isla de Córcega, estando en una hermosa playa al caer la tarde, un grupo de personas reunidas en torno a una fogata, que llevaban bebidas varias botellas de vino blanco que iban sacando de un coolbox, se armaron de valor ---o mejor dicho, de descortesía y de irrespetuosidad--- para emprender una placentera pesca submarina al abrigo del crepúsculo, justo a pocos metros de un cartel que marcaba la señal: "Prohibida la pesca submarina".  Qué tristemente exclusivos lucían esos erizos marinos asados, acompañados de una copita de alcohol. En ese tiempo ya llevaba anotado un capítulo sobre erizos y puerco espines en mi Bestiario Personal; y fue allí cuando acoté la pregunta por las distancias ideales de convivencia humano-animal.
          Y hace poco, terminé por convencerme de la dificultad de marcar esos límites sociales entre animales y personas en lugares donde conviven fauna salvaje ---o natural--- y civilización. En las pocas noches de altas temperaturas que en Múnich se puede disfrutar, los lugareños suelen reunirse entre amigos a orillas del río que atraviesa la ciudad, el Isar, a degustar en torno a una parilla portátil que pueda asar todo cuanto se quiera degustar: vegetales, carne, quesos, pescado, etc. Las gentes suelen pasar el día entero allí, remojándose de vez en cuando en el agua, y pueden llegar a prolongar la conversación hasta entrada la noche, con guitarras y velas. En una de esas ocasiones en las que participé de ese tipo de fiestas campestres, una pareja de amigos ecuatorianos asistió con su bebé, a quien echaron a dormir en el cochecito en el que lo transportaban y que decidieron mantener a cierta distancia de donde hacíamos la parrilla para que el humo y el rumor no molestaran a la criatura. Mientras disfrutábamos de la reunión, de improviso la madre dio un grito espeluznante: "¡¡¡¡Una raaaaataaaa, mi hijooo!!!!!!", y corrió de un salto hacia el cochecito del bebé afirmando haber visto la silueta de una rata saliendo de la parte de debajo de la camita, que sirve para portar cosas. Todos fuimos a ver y no encontramos nada más que a un angelito en profundo sueño y las cosas de abajo intactas. El asunto no pasó a mayores, salvo porque la madre no quedó convencida de que en las inmediaciones del río Isar no había ratas, e insistió en que a ver si bajábamos un poco la voz para que pudiera poner más cerca el cochecito a nuestro ruedo. Así lo hicimos, y el cochecito siguió quedando a oscuras pero solo como a unos tres metros del grupo; no obstante, otra vez, oíamos el desesperado grito materno romper el suave canto que salía de los tumbos de daban las piedras en el río: "¡¡¡¡Una raaaaataaaa, mi hijoooo!!!!!!". Esta vez nos acercamos con las linternas de los teléfonos móviles para dar con una dulce sorpresa: un pequeño erizo buscando calor. Uno de los muniquenses que estaba en el grupo lo atrapó con una frazada de las que tenía el bebé ahí abajo y lo acomodó como quien arropa a otra criatura en el compartimiento inferior del coche. El pequeño erizo no protestó y se quedó quieto para asombro nuestro, pero al par de segundos volvió a huir con cierta torpeza, alejándose de nuestro grupo.
           Todo esto es, pues, todavía un punto abierto en mi Bestiario Personal, ya que para mí, y seguro también para aquel erizo, nos queda hasta ahora ---como en aquella ocasión nos quedó--- mucho por aprender sobre la distancia adecuada a mantener entre nosotros y ellos.

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"La fauna con púas", artículo publicado en mi columna BESTIARIO PERSONAL, de la Revista Hispanoamericana de Cultura OTROLUNES (Nr. 42, julio 2016, año 10), dirigida por el escritor cubano AMIR VALLE.



También publicado en BESTIARIO PERSONAL (Berlín: Epubli, 2017; 108 págs) [booktrailer]


AGENDA: München - Poesía peruana en evento BOOKUCK 2016


Bookuck, München 2016 
Día Largo de las librerías muniquenses se celebrará este sábado 11 de junio.
Imagen: pie de imprenta del poemario ELIXIRES DE EXILIO y programa impreso de Bookuck

POESÍA PERUANA en evento "BOOKUCK Múnich 2016"

Este sábado 11 de junio durante todo el día se festejará el BOOKUCK Múnich 2016, que es el "Día Largo de las Librerías de Múnich", evento que celebra la noble existencia de las librerías muniquenses con diversas actividades culturales: recitales, música, performances, lecturas, concursos, etc.
Con ese motivo, se llevará a cabo un recital de poesía peruana en la Librería Española en Múnich (Nordenstr. 19 / 80799) ese sábado a las18:00 hrs. Entrada Libre.
Participan en el evento los autores peruanos:
--- ETHEL BARJA, quien llegará desde USA, autora del poemario "Gravitaciones" (Lima: Paracaídas Editores 2013), mención honrosa en la 5a. Bienal de Poesía de la PUCP;
--- JORGE ERNESTO CENTENO VILCA, joven poeta residente en Múnich, autor de "El Misoteísta" (Arequipa: Cascahuesos Editores 2013); y
---OFELIA HUAMANCHUMO DE LA CUBA, autora de "Elixires de exilio" (Berlín: Epubli, 2016), ilustrado por la artista colombiana Manuela Illera, quien también estará presente.


Poemario ELIXIRES DE EXILIO (2016) de Ofelia Huamanchumo de la Cuba


El poeta Francisco Ferrer Lerín en las universidades bávaras


Desde hace ya varios años el Instituto Cervantes de Múnich organiza el VIAJE POÉTICO, que consiste en reunir durante los semestres de verano a hispanistas alemanes de diferentes universidades bávaras (Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich; Friedrich-Alexander-Universität de Erlangen-Nürnberg; Regensburg Universität; y Universität Augsburg), interesados en traducir del español al alemán la obra poética de un autor de habla española junto con un colectivo de estudiantes de cada institución. El colectivo de traducción de la LMU lo dirigen el profesor Horst Weich y el traductor literario André Otto, y participan estudiantes del Máster de Traducción Literaria (Español). 
     Para ello se forman sesiones en las que se discuten y revisan las propuestas de traducción. El resultado se expone hacia el final de los talleres en un Recital Poético al que asiste el poeta traducido para que, en su presencia y seguidamente a su propia lectura en español, los participantes lean las versiones alemanas ante público asistente. El autor invitado recorre varias universidades de Baviera como parte del evento. Este año el VIAJE POÉTICO fue concedido a Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942).

Las lechuzas y los búhos


Hace poco un buen amigo mío regresó de México, donde había pasado una temporada en laborioso viaje de estudios e investigaciones, y me trajo un obsequio peculiar: un buhíto exótico, tallado en madera de copal, pintado el cuerpo en azul y las garras en blanco, decorado con unos puntillos celestes a manera de plumas, y tatuado con flores rosadas y hojas verdes. Mi amigo dijo haber encontrado ese souvenir en Arrazola, Oaxaca, región en la que esos animalitos fantasiosos de artesanía son llamados 'alebrijes' y considerados como seres enigmáticos que visitan a los humanos en sueños y visiones.
            Lo cierto es que para mí las lechuzas y los búhos son del tipo de aves que yo asociaría más bien con el insomnio y las noches de luna llena. Ya sea por ser pájaros nocturnos, o por tener que ver con la actividad de estudiar, características ambas que al juntarse dan como resultado el quemarse las pestañas leyendo durante varias insomnes madrugadas. No por nada se muestra siempre un búho entre los dibujos de los anuncios de librerías, de editoriales, de marcas de materiales para escritorio; incluso en esas ilustraciones a los búhos les suelen poner gafas. En una palabra, búho en nuestro sentido común y corriente occidental se suele usar como símbolo de sabiduría. 

Pese a lo dicho, ahora que reviso mejor entre los apuntes de mi Bestiario Personal estas aves se han mostrado en mi vida en circunstancias especiales, que también se acercan más al ensueño y la superstición, que al raciocinio objetivo. Encuentro varias explicaciones a ello. Todas remontadas a muchos años atrás, cuando en las vacaciones de verano de mi niñez nos íbamos de Lima hasta Trujillo, a la vieja hacienda de unos tíos-abuelos. En la casona central, ocupada y amoblada solo en su mitad, nos gustaba mucho a todos los primos jugar en las habitaciones vacías: inmensas salas y salones otrora en bonanza, que estaban ahí sin asumir función alguna, salvo la de aportar espacio donde acomodar colchones cuando llegaba de visita la numerosa familia. Ahí, en las noches de luna llena los ventanales se poblaban de siluetas cuyas sombras se proyectaban en el piso de madera clara de esas habitaciones desoladas, dando la impresión de ser cuerpos alargados de seres cabezones. Se trataba simplemente de la sombra que arrojaban los cuerpos de las lechuzas que se posaban en el alféizar exterior, pero que nuestra fantasía de niños curiosos nos hacía convertir en mil y una historias. 

           
            La culpa de avivar esas creaciones imaginarias la tuvo siempre la tía-abuela Rosa. Ella era quien anunciaba malagüeros, o buenaventuras con las lechuzas. Por la mañana se levantaba más temprano que todos, a pesar de sus ochenta y pico años a cuestas, a traer leche de establo en su burra vieja. Sus comentarios vaticinaban el éxito del día: "Manden al Pepe en mi burra hasta la bodega, que pregunte por la lotería, que coteje sus billetes, que hoy he visto en mi sueño salir del cascarón a unas lechuzas blanquitas...". Otro día decía: "En la madrugada he visto demasiadas lechuzas en las ventanas que dan al sur, eso no es bueno, una mala energía nos ronda..", o cosas peores: "Anoche he oído llanto de pichón de lechuza. No vaya a ser que un crío se nos muera. Que hoy no salga lejos la muchachada...", nos decía, al punto que lograba sugestionarnos y ese día todos los primos nos resignábamos a jugar en el patio interior de la hacienda, nos quedábamos sin las caminatas por el cañaveral, sin los juegos de la escondida por las huacas, o sin el baño en el río, y mucho menos se nos ocurría ese día salir hasta la playa.

Con todo, esa bestias lechuceras en algún momento se volvieron animalitos de la buena suerte en mi Bestiario Personal. Primero, porque en el juego de Monopoly de mi casa, al faltar una figura de plomo, alguien le había puesto un buhíto de metal, que fuera antes un adorno de llavero. Cada vez que yo jugaba con el búho de metal, alcanzaba a adueñarme antes que nadie de las avenidas caras, luego compraba de todo, y finalmente ganaba. Y segundo, porque recuerdo que los buhítos pintados en el sello de la marca de mis cuadernos de la universidad me traían inspiración para las monografías y las exposiciones. Así creo que fue naciendo mi propia creencia subjetiva en las lechuzas y los búhos, que se reforzó con el tiempo, porque en cada cumpleaños de la tía-abuela Rosa, que íbamos a celebrar hasta Trujillo, no dejábamos de entonarle una marinera norteña que evocaba el silbido de una lechuza, como vaticinio de larga vida, y decía así: La lechuza en su hueco, negrita, ya hace un silbido, y en su silbido dice: "¡Arrichí, chi-chí, chi-chá, sirvan la chicha, sírvanla ya!¡Que viva el santo una eternidad!". Y la tía-abuela Rosa llegó casi a vivir sus cien años. 

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"Las lechuzas y los búhos", artículo publicado en mi columna BESTIARIO PERSONAL, de la Revista Hispanoamericana de Cultura OTROLUNES (Nr. 41, mayo 2016, año 10), dirigida por el escritor cubano AMIR VALLE.